sábado, 6 de febrero de 2010

La Psico del Rastreador. Parte 1

Se levanta con energía, no trabaja, coje sus tablas, noche cerrada, sale de casa. Paranoico indecente con sus 2500 revistas bajo el asiento de su desgastado coche, fiebre radical, enfermedad adyacente en creciente desarrollo, noche cerrada. Allí va, aquel lugar, noche cerrada, sus ojos llenos de llamas incandescentemente retrovirales y sudor en gota continua, sol, sale, sale, ansiedad, ruido del mar, olas, olas, olas. Insaciable nunca, satisfecho jamás. Si, si, es mi puta enfermedad. Joderos, malditos, yo ya no soy ni humano ni nada, solo quiero olas, olas, olas, para mi todas, quiero cogerlas, desafiarlas, pero sin nadie alrededor.

El sol calentó, pero, si el mar hacia ruido, intenso y sin silenciador, todo fue una ilusión de la oscuridad, una vez más nuestro Mediterraneo luce plato, el ruido de las piedras puede ser siniestro y engañoso. Pero mañana más, si, o si, no puedo parar, ahora me voy al norte por la carretera de mierda, no puedo parar de pensar en ellas, a todas horas, en cada momento... Mi vida la resumire de otra manera. Ya verás, ya verás, allí estará mejor, me caga en mis muelas.

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