lunes, 20 de septiembre de 2010

Señas de Identidad



Las gotas de agua resbalan con suavidad aplastante en sus queridas hojas. Miles de terminaciones nerviosas llenas de vida, gesticulaban la fotosíntesis como parte vital de su vida. Los árboles se despojan tremendos de sus vestimentas veraniegas. Mi nariz respira partículas vivas, el agua del mar muestra su cara más amable. Las playas dejan de ser centros comerciales con vigilantes incluidos. Olor de arena mojada, crepúsculos magentas, el levante susurrando a las orejas del Golfo de León, el cielo deja de ser azul y muestra trazos pasteles. Las escuadras de surfers preparan todo su potencial olfateante de marejadas, vientos, direcciones, fondos, probabilidades, lugares secretos, no tan secretos... Gira tu vista al cielo estrellado, mira la flotabilidad de los electrones fluyendo en el inmenso vacío, analízate en estrecho enlace con la madre naturaleza, da gracias todas las mañanas por empezar un nuevo día, agradece cuando salgas del agua las olas recibidas. Ahora, aquí, allí, en el Mediterráneo, en el Cantábrico y en una buena parte del mundo, el otoño anda cerca, susurrando el viento la llegada de nuestras preciosas amantes, esas amantes que nos sacrifican de nuestras rutinas más variopintas y nos hacen gozar de orgasmos adrenalíticos infinitos.

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