viernes, 8 de octubre de 2010

El Buho


La noche eterna, el símil protector de la oscuridad más absoluta, del alma de los hombres, de sus actividades diarias. Las cercanías de los lechos de la desaparición. Contratiempos enredados en la comunion cercana del mar, de las olas y de sus habitantes. Miles de habitantes putrefactos de egoismo, escasez, claridad vacía. Recónditos espacios vitales de la respiración pausada del oxigeno en suspensión. Movimientos extraños, contraidos por la ansiedad en completo desacuerdo natural con su propia procedencia. Millones de fotones viajando en tan completo tinglado. Pequeñas especies subordinadas a las ordenanzas de los monstruos inquisidores. Caldo de cultivo; el cultivo del gen, la violencia enlazada y la desaplicación de los elementos propios relativos a la incomunicación perpétua. Piensa de una vez, lee con atención, presta tú alma seca y vacía a una convicción profunda, comprensiva y llena de sentido común. La ambición es el último recurso del fracaso.

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