jueves, 26 de mayo de 2011

Entrada sin título


Que reflexiones absurdas inundan nuestras playas mediterraneas, pequeños seres arcaicos en busca del disfrute, puramente egoísta y distorsionada. Miles de personas con diferente puntos de vista, todos ellos respetables o no. En la penúmbra de aquella sombra, su figura resultaba atrayente, no se relacionaba con nadie, y sólo era conocido por sus apariciones esporádicas en algunas playas. Tuve la oportunidad de hablar con él, de intercambiar sensaciones, experiencias y todo tipo de cábalas extrañas, incluso imaginemos olas artificiales en lugares extraños, todo un mundo irreal lleno de verdad transitoria. También se habló de fútbol y otras historias que nada tienen que ver con las olas o el surf. Y es en éste punto dónde incido de manera específica. En las zonas mediterráneas se habla más de surf, de proezas y de olas que ningún otro lugar del mundo; quizás sea debido a la falta de las mismas olas, de su inoportuna continuidad.
Un día en Sitges, entré con una tabla de 8.6 pies, fui al pico cogí unas cuantas olas, tranquilo, sin estrés, de repente, un tipo me dice que si le voy a dejar alguna, a lo que respondo, claro todas la que quieras, no hay problema, sigo la sesión; una ola más, otra, otra... Todas ellas hasta la orilla, sin salirme en secciones intermedias y apurando hasta donde el agua llega al tobillo. A la que vuelvo a subir, el mismo tipo  me repite si le voy a dejar alguna ola, pero en un tono ya no tan amigable. Entonces ya no contesté, me canse de tanta historia rara, y me fui al parking. Entonces observé algo increible, el mismo tipo, con las mismas olas y estuvo 35 minutos de reloj sin enlazar serie alguna, ondulación alguna. Salió del agua y vino a decirme que menos mal que salí para dejarle coger alguna ola. Lo miré no contesté, me monte en mi coche y empecé a recordar a mi padre cuando me llevaba a surfear a los bancos de arena de Gava y cercanías. Allí con mi padre y sin nadie en el agua. Después paseábamos por el paseo marítimo tan tranquilos y riéndonos. Mundo raro el que nos envuelve.

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