domingo, 3 de mayo de 2015

El día que RESUCITAS, es el día final.



Día tras día, hora tras hora, a todo gas; envuelto en el torbellino despiadado del efímero burlesco monetario. De dónde las caídas golpeadas en el duro y fatídico arrecife, reproduce el escozor esquizofrénico, corrompiendo parte de tu ser, justo o injusto: estamos infectados.

Infectados del "modus operantis", recogiendo los trozos caídos de la última gota de arena de la playa, sí aquella ultima gota que resbala por la arena de la playa, agonizando en su resbaladizo entusiasmo y suspirando al ser tragada por los granos minúsculos de la arena. Arena quemadiza, como el mismo infierno. En el arrojo contemporáneo, un sentimiento se abre a la luz del día, de manera inesperada, como fluye el líquido a través del pequeño, gran aliado, canto. De como los timones atraviesan la cristalinidad salitrificada. Y las manos acarician su pequeño lomo esbelto dándote un envoltorio de dimensiones prestadas a la suerte. De tu suerte y de la mía, sólo se diferencia la anomalía de cada uno de nosotros.

En fin, aliviado, os dejo partícipes del descorazonador mundo apocalíptico que se avecina... Pero paciencia, el camino trazado deja huella, sin duda.


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