sábado, 8 de agosto de 2015

Pesadez y bochorno


El bizcocho, en su justa medida,tiene la  notoriedad de prepararse bajo el remolino notorio de la batidora, el chasquido de los huevos al romper, de como la harina y el aceite de oliva se conjugan en un elemento único. La levadura, el azúcar y la ralladura de limón implementan la pasta uniforme del elemento, abres el horno y colocas el mejunje. Los 150 grados inducen al hinchazón inmediato, 35 minutos después, el descontrol pasa a la estabilización. Lo pruebas, una vez frío, lo palpas en el paladar, lo degustan tus sentidos y tu cabeza asimila, el olor, el sabor y la ricura, del bizcocho. Calor, bochorno y frío, así una y otra vez. 

Y es así desde hace más una década. Ahora estamos en la ebullición e hinchazón máxima de nuestro deporte, pronto llegará la estabilización del mismo. Aunque no lo creáis, el bizcocho se está haciendo tan grande, que algún día os estallará en la cara y veréis entonces la podredumbre del SURF, como os asfixia, como os saca las vísceras y os las reparte uniformemente hasta que os falte la respiración. Reventad conmigo o sin mí, pero reventad.

Mi abuela preparaba esos bizcochos, mi madre sigue preparándolos, y son deliciosos. Eso sí, ningunos de esos bizcochos estallaron ni estallaran, porque están cocinados con conocimiento, cariño y amor. El otro bizcocho, el del surf, está echo de manipulación, utopías y engaños medidos a vuestra cartera.

Recetas de la abuela, para este mundo de mierda, que mueve lo frágil de la superficie con los hilos de sus marionetas. 

Firmado: Joli (Jose Luis Rodríguez     Mellado)


No hay comentarios:

Publicar un comentario