miércoles, 6 de julio de 2016

Viento de Queroseno



Soplido artificial construido a partir de la gloria personal. 

Jan Recasens, era uno más, de tan diferente que era, tenía repeticiones de aspecto en cada calle, ciudad, pueblo o país. Se compró de todo, hizo de todo, relegó su ámbito de actuación a una parafernalia tan extraña, que aquella tarde de verano y tras un golpe atroz de calor, lo relegó a un pensamiento profundo de cambio. Jan, fue criado en la aristocracia de la ciudad condal, donde encontró la facilidad de deslizarse por la sociedad bien, de manera sinuosa. De aquellas sabanas de seda que cubrían su piel fina y adecuada al ambiente.

Pero Jan tenía planes, grandes planes. Quería dejarlo todo y salir de ese mundo, volver a encontrar cosas básicas, sencillas, no debe ser fácil comer caviar todos los días, eso también cansa. 

Aquella tarde, Jan salió disperso, hundido, su vida se había convertido en un escaparate social, sólo le importaban los "followers", "likes" y demás argumentos controlados de las "redes sociales". Pero todo tiene su fin.

Recogió su alma echa pedazos, dos botellas de whisky, se afeitó su barba frondosa y marchó a la penumbra de la noche cerrada.

Noche cerrada -yijaaa, bushhh, faith, yijaaa, tía buena, pum pum pom, flash, foto, instagram, flash, pum pim pam, glup, glup.

El avión despegó, un soplido del cierzo redirigido a mistral, inundó las fosas nasales de Jan, viento de queroseno, pensó, cogió el móvil y se hizo una foto, a su cara, fue tal la liberación que sintió, que la colgó en Instagram. 

La foto se hizo viral, millones y millones de visitas, corrió dicha foto como alma que se lleva el diablo, por la matrix de internet. Jan, al ver tal revuelo, volvió a oler el viento de queroseno, que estaba pasando, Jan dejaba de respirar poco a poco, se le nublaba la vista, se sentïa débil, su mano llegó a tocar líquido cerca de su estómago... Miró abajo, y se percató que algo metálico le atravesaba de lado a lado, no puede ser, pensó. 

Cerró los ojos y se cerró el mundo, el viento de queroseno seguía resoplando, pero el mástil metálico acabó con él. Su coche maltrecho, la luna reventada y su vuelo final hacía la bandera del mástil; que indica la dirección del viento en el aeropuerto. El viento huele a queroseno, y Jan ya no huele.

P.D: darle un like!!!!

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